Hace poco publicábamos en esta web una pequeña historia sobre el paso del rey Amadeo I de Saboya por la Comarca de la Ribera Alta del Ebro, en un viaje en ferrocarril que en septiembre de 1871 le llevó por tierras riojanas y aragonesas. Incluso llegó a hacer una parada en la localidad de Luceni y, por supuesto, hubo una buena delegación gallurana incluyendo a ese confitero que le hizo al monarca un magnífico bizcocho con forma de libro en honor a la Constitución de 1869.
En este viaje, el monarca viajó a Zaragoza donde fue recibido con un desfile militar y varios arcos del triunfo a lo largo del Coso. Uno de los eventos a los que acudió el rey Amadeo fue a la entrega de los premios de la que había sido la Exposición Aragonesa celebrada en el año 1868, pero cuya entrega se había retrasado tanto debido a que justo durante su celebración estalló la Revolución Gloriosa que supuso el derrocamiento de Isabel II y, más tarde, el establecimiento de una monarquía que tendía hacia la democracia y para la que se eligió al rey italiano. De lo que toca hablar en esta ocasión es precisamente de aquella Exposición Aragonesa de 1868 y de la participación de la Comarca de la Ribera Alta del Ebro y, sobre todo, del premio que recibió Gallur.

Las exposiciones tuvieron su origen a mediados del siglo XIX, fruto de la revolución industrial, siendo un escaparate donde los países que llevaban la delantera a nivel industrial mostraban su poderío con los últimos avances tecnológicos. Su inicio arranca en Francia con la exposición industrial celebrada en París en el año 1844, algo que enseguida fue seguido por otras naciones, principalmente Gran Bretaña. Y es que el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, visitó la exposición parisina anteriormente mencionada y enseguida vio los beneficios de crear una en Londres que mostrara la supremacía mundial del Imperio Británico como primera potencia. Así fue como Alberto impulsó la Gran Exhibición de los trabajos de la Industria de todas las naciones, celebrada en Londres en el año 1851 y con el desaparecido Crystal Palace de Hyde Park como gran referente. El hecho de que le diera un carácter internacional (por ejemplo entre sus participantes estuvo España) hizo que esta muestra esté considerada como la primera expo internacional. El éxito fue tal que el modelo se comenzó a replicar a lo largo del mundo con exposiciones como las de París en 1878, 1889 y 1900, Barcelona en 1888 o la de San Francisco en 1915. Pero esto dio paso también a que se comenzaran a organizar este tipo de eventos a lo largo y ancho del mundo con carácter más nacional e incluso regional.
Aquí es donde entra Zaragoza, que vio las beneficios que podía tener celebrar este tipo de eventos en la ciudad y que a lo largo del tiempo han ido transformando su fisonomía. Nos vamos a 1868, año en el que la capital aragonesa organizó la primera exposición aragonesa. Fue impulsada por la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País para dar promoción a la industria aragonesa, fundamentalmente orientada al mundo agropecuario. Y no se celebró ese año por casualidad, sino para intentar buscar cierta recuperación económica tras varios años en los que el país lastraba una grave crisis empeorada por varios años de malas cosechas que provocaron importantes crisis de subsistencia. La idea fue en general muy bien acogida por la opinión pública, que realizó numerosas donaciones para financiar la muestra y que tuvo como sede la antigua Glorieta de Pignatelli, es decir, lo que hoy es la Plaza de Aragón. Por entonces esa zona era el extrarradio de la ciudad y gracias a esta exposición se articuló el urbanismo de la zona de una Zaragoza que comenzaba ya a crecer de cara a convertirse en uno de los núcleos industriales más importantes de España. Sin embargo, la exposición fue algo accidentada por el estallido de la ya mencionada Revolución Glorioso y que provocó su cierre temporal, aunque días más tarde se volvió a reabrir con total normalidad. Desde luego la exposición resultó ser todo un éxito, hasta el punto de repetirse una nueva edición en 1885 y después organizar, ya en 1908, la gran Exposición Hispano-Francesa que conmemoraba en un ambiente de concordia y reconciliación el primer centenario de los Sitios de Zaragoza.
GALLUR EN LA EXPOSICIÓN ARAGONESA DE 1868
Para hablar de la participación de Gallur y del resto de la comarca en aquella exposición, lo primero hay que agradecer el maravilloso trabajo de investigación que hizo hace un tiempo el Centro de Estudios Borjanos y que podéis leer pinchando en este enlace.
En la Exposición Aragonesa se contabilizaron hasta 3.208 expositores de diferentes ramas, siendo la más numerosa la dedicada a la Agricultura y la Ganadería, aunque también había expositores dedicados a las secciones de ciencias, artes liberales, Industria y Minerales e industrias químicas. De todos ellos, 935 expositores provenían de todo Aragón mientras que el resto eran del resto de España, lo que muestra que a pesar de ser organizada con carácter regional, la expo fue todo un éxito.

La representación de las localidades que hoy forman la Comarca de la Ribera Alta del Ebro fue importante y desde luego exitosa, pues fueron varios los premios otorgados en diferentes campos y que más tarde, y en aquél viaje de finales de septiembre de 1871, entregaría el mismo rey Amadeo. En el caso de Gallur, hay que hacer referencia a Pascual Zaldívar, quien recibió la medalla de bronce por su participación en la sección de Agricultura por la presentación de varias elaboraciones de harinas. Algo que puede parecer de poca importancia, pero en realidad las harineras estaban haciendo una aparición masiva, sobre todo a partir de la recta final del siglo XIX, a lo largo de muchas localidades de la ribera del Ebro, convirtiéndose en importantes focos económicos y de empleo en un momento de revolución para la industria alimentaria.
Sergio Martínez Gil
Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza