El 16 de noviembre de 1870 las cortes españolas eligieron al italiano Amadeo de Saboya como rey de España, convirtiéndose en el único monarca electo de la historia del país. Tras años de corruptelas, escándalos, crisis económica y sucesos de distinta índole, en 1868 se produjo en España la Revolución Gloriosa por la que la reina Isabel II de Borbón fue destronada y enviada a un exilio dorado del que nunca volvería. Se abría así una nueva etapa política para el país que se acabaría denominando como “el Sexenio Democrático” (1868-1874).
Los que habían sido líderes de aquella revolución habían firmado previamente el conocido como Pacto de Ostende, en el que se establecía que la forma de gobierno de la nueva España sería fruto de un sufragio universal directo. Se buscaba pues por primera vez en la historia de España establecer un régimen democrático. Sin embargo, una vez logrado el poder, el nuevo gobierno provisional se mostró en su mayoría favorable a que esa democracia se instaurara como una monarquía encabezada por una nueva dinastía que representara los nuevos tiempos. Evidentemente, esto provocó no pocas trifulcas entre los monárquicos que seguían apoyando a los Borbones, los carlistas, los republicanos y, dentro de estos, aquellos que querían una república centralista o una federal e incluso cantonalista.
Tras la formación de los diferentes bloques y opciones políticas se convocaron unas elecciones que por primera vez en España fueron por sufragio universal para los mayores de 25 años, aunque eso sí, sólo para los hombres. De esas elecciones se conformaron unas Cortes Constituyentes que debían ser las que eligieran el régimen que debía imperar en el país.
En dichas elecciones votó el 70% del censo y lograron una amplia mayoría los progresistas con 159 diputados, aunque tampoco fueron desdeñables las fuerzas republicanas de una u otra índole con casi 100 diputados. Estas Cortes Constituyentes redactaron y aprobaron una nueva constitución, además de tomar medidas como la adopción de la peseta como moneda única y oficial del Estado.Como en las elecciones habían ganado las opciones monárquicas, se estableció en la mencionada constitución que España era una monarquía constitucional y democrática,
tras lo cual se estableció una regencia y comenzó la búsqueda de un rey. Esta búsqueda se convirtió en un grave problema no sólo nacional, sino también internacional, siendo la excusa para el inicio de la Guerra Franco-Prusiana que supuso el fin del segundo imperio francés liderado por Napoleón III y su caída, la proclamación de la tercera república francesa y la unificación de Alemania encabezada por Prusia proclamándose el imperio alemán.
España no quería que la elección del nuevo monarca le supusiera tener que aliarse con alguna de las potencias hegemónicas del momento y que eso la arrastrara a una guerra como la que habían tenido Francia y Prusia. Así, la opción más favorable era la de Amadeo de Saboya, duque de Aosta y tercer hijo del rey Víctor Manuel II, el primer monarca de la Italia unificada. Su candidatura fue apoyada principalmente por la figura de Juan Prim, uno de los militares y políticos liberales que habían liderado la revolución de 1868.
El 16 de noviembre de 1870 las Cortes Constituyentes votaron y salió elegida de forma mayoritaria la opción de Amadeo de Saboya como nuevo monarca con 191 votos, 100 en contra y 19 abstenciones. Sin embargo, su elección no fue muy entusiasta debido a la gran división que había entre las diferentes opciones, y el asesinato de Prim, el mayor valedor del italiano hasta entonces unos días antes de su llegada a España, auguró un difícil reinado para el nuevo monarca.
Su reinado se inició el 2 de enero de 1871 y duró poco más de dos años hasta su abdicación el 11 de febrero de 1873 después de intentar hacer frente a una oposición que se aunó contra su figura, al estallido de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876) o a la Guerra de los Diez Años (1868-1878) que se había desatado en Cuba. Hubo de hacer frente incluso a un atentado que a punto estuvo de costarle la vida a él y a su esposa. La situación política en España le dejó tan afectado que llegó a decir “no entiendo nada, esto es una jaula de locos”. Su abdicación creó una grave crisis en España y tras fracasar el intento de la monarquía democrática se optó finalmente por la proclamación de la primera república española.
LA VISITA DEL REY AMADEO A ARAGÓN
A pesar de ser un reinado muy corto, Amadeo trató de hacerse ver y lograr apoyos en diferentes lugares del país, destacando un viaje en ferrocarril que en septiembre del año 1871 le llevó a tierras riojanas y aragonesas. En aquél viaje el rey Amadeo hizo sus paradas más importantes en Logroño y en Zaragoza, lugar en el que fue recibido con cierta frialdad por parte de la aristocracia zaragozana. Aún así, y tal y como era costumbre en aquella época cuando se producía una visita real, se construyeron en la ciudad hasta 3 grandes arcos triunfales para el desfile que se realizó por el Coso.
Pero en ese viaje por ferrocarril, la prensa también recoge algunas breves paradas de la comitiva real en localidades de la Ribera Alta del Ebro, como Alagón, Borja y Luceni. La crónica de aquellas visitas las recoge el desaparecido periódico «El Eco de Aragón» en su edición del 3 de octubre de 1971. Sobre la parada en Alagón, el periódico nos dice «en Alagón esperaba al tren real una multitud inmensa de todas las clases de la sociedad […]. La estación estaba vistosamente adornada y en ella se presentaron a S.M. poesías, flores, ramilletes, etc., no cesando la concurrencia de aclamar a S.M. mientras el tren permaneció en la estación».
El artículo destaca también las decoraciones de otros muchos pueblos de la zona por los que pasó el tren real aunque sin hacer parada. «Sobre todas, sin embargo, descollaban Luceni, Gallur, Cortes, Tudela, Castejón […]».

Pero especialmente efusiva fue la parada del monarca en Luceni, a donde acudieron según el periódico gentes de todas las localidades de la región. Allí se juntó la multitud con una localidad engalanada de flores, guirnaldas y con bandas de música. A la llegada de Amadeo, este entregó 800 reales para los pobres del pueblo. Aquí es donde la prensa habla de dos galluranos que se habían acercado hasta Luceni y que son destacados por el periodista. «El confitero de Gallur ofreció también al rey una torta de mazapán en forma de libro, sobre cuya cubierta se leía: Constitución de 1869«.
En segundo lugar habla, aparentemente, de un militar jubilado y retirado en la localidad gallurana que también se acercó hasta Luceni para mostrar sus respetos al monarca. «Un veterano de Gallur acercóse al coche real con una bandera donde se leía esta inscripción: Los veteranos de Gallur, ¡Viva Amadeo I, Rey de los españoles, hijo del general Prim y nieto de don Baldometo Espartero. S.M. leyó el lema con visible emoción. Y era realmente para ser conmovido, el contemplar tanto cariño y entusiasmo».
Sin duda la visita del rey Amadeo de Saboya, a quien los españoles ya comenzaban a llamar «Macarronini I» por su origen italiano, fue todo un acontecimiento para los diferentes pueblos de la comarca por los que pasó en aquellos días de finales de septiembre de 1871 el tren con la comitiva real. Y realmente es una lástima que no se haya conservado, que sepamos, ninguna fotografía de esa maravillosa torta de mazapán que elaboró el confitero de Gallur.
Sergio Martínez Gil
Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza