EL CANAL IMPERIAL DE ARAGÓN (I PARTE)

Gallur no puede ser entendido sin el Canal Imperial de Aragón. Una historia de Gallur sin su canal es una historia mutilada, un recuerdo huérfano de lo que un día fue la villa. Para la época en que fue construido fue una obra faraónica en la que se usaron las mejores técnicas constructivas del momento, los mejores ingenieros y los más punteros avances. Sus aguas han sido el motor de la economía de la villa durante mucho tiempo y, aunque sin el fulgor de antaño, todavía sigue siéndolo en gran parte. Sus orillas hoy en día son un lugar solitario, tranquilo, una agradable zona de paseo donde disfrutar de la quietud y el silencio, sólo roto por los ruidos de la naturaleza. Pero no hace mucho, sus aguas reflejaban bullicio, el alboroto propio de gente afanada que en sus orillas se bregaba a diario con arduo trabajo y el de los niños en el verano, jugando en su cauce, a falta de piscinas.

Las obras terminaron en el siglo XVIII y la pregunta es: ¿Antes del canal qué? ¿Cómo era la vida antes del canal? ¿De dónde surgió la idea de su construcción?

Pues bien, hubo varios antecedentes en la construcción de este canal. Ya en época romana, nos consta, por medio del Bronce de Botorrita, de la existencia de un litigio por el uso de unas aguas entre Salduie –actual Zaragoza– y Alaun –actual Alagón- , que hacen suponer la existencia de una especie de canal o acequia. Gracias al bronce de Agón de principios del siglo II d.C., sabemos que se produjo un enfrentamiento legal entre el Pagus Gallorum –actual Gallur- y otros poblamientos vecinos por el uso de una acequia que debía transcurrir, en algunos tramos, por el mismo lugar por el que hoy en día en Gallur discurre el canal.

Mucho tiempo después, en el siglo XVI, se construyó la Acequia Imperial de Aragón después de ceder el emperador Carlos V, seguramente con fines políticos, ante la petición del Concejo de Zaragoza. El objetivo era mejorar y extender los riegos de la huerta meridional de Zaragoza. Las obras comenzaron a hacerse cerca de Gallur, dato recalcable porque pocos galluranos lo saben. El problema es que el agua no alcanzaba el volumen suficiente para regar todo el campo zaragozano. Entonces se situó la embocadura del canal en Fontellas –Navarra- , lo que ocasionó problemas de jurisdicción con el Reino de Navarra. Finalmente, debido a problemas técnicos y al elevado coste del proyecto, las obras no se llevaron a su fin. Sin embargo, la idea nunca murió y en el siglo XVIII se construyó el grandioso canal que hoy conocemos.

Si quieres leer la segunda parte, pincha aquí

EL CANAL IMPERIAL DE ARAGÓN (II PARTE)

 

Santiago Navascués Alcay.

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza.

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