INAUGURACIÓN DEL PUENTE DE SAN ANTONIO EN GALLUR – 1 DE OCTUBRE DE 1902
El río Ebro forma parte del paisaje gallurano, pero durante siglos cruzar esta importante corriente de agua no resultaba tan sencillo como en la actualidad. Puentes de barcas, pontones y barcas de sirga fueron hasta el siglo XX los medios utilizados. Sin embargo, las grandes avenidas, los actos vandálicos e incluso ocasionalmente témpanos de hielo dejaban incomunicadas ambas orillas. Si para Gallur esto representaba un problema, todavía lo era más para la amplia zona de las Cinco Villas que precisaba esta vía para comercializar los excedentes agrícolas.
Fue en el último tercio del siglo XIX cuando se planteó la posibilidad de construir un puente que evitara el aislamiento de la comarca vecina y los problemas de paso de los galluranos a los campos de cultivo situados al otro lado del río. Cuando los políticos dieron el visto bueno, Obras Públicas autorizó el estudio del puente en 1871. Tras más de dos décadas de proyectos y olvidos, en 1898 comenzó la construcción de pilas y estribos y todavía habría que esperar hasta 1900 para que se iniciara el montaje de las piezas metálicas. Las obras terminaron en 1902, año de su inauguración. La prensa regional de la época describe en varias crónicas los avatares finales para concluir la obra y los festejos que se celebraron para conmemorar un acontecimiento de tal envergadura.
El 13 de agosto Heraldo de Aragón publicaba algunas aclaraciones del corresponsal en Gallur sobre la finalización de las obras. Encontramos en el mismo periódico una breve noticia del 26 de septiembre nombrando la solicitud de Telégrafos a Obras Públicas para colocar tres soportes en el puente. El dos de octubre Heraldo relata cómo fueron las pruebas de carga y la gran expectación que se despertó entre los vecinos, fue el ingeniero jefe de la provincia quien puso el nombre de San Antonio al puente recibiendo gran aclamación por este motivo. Los carreteros mostraron su agradecimiento en forma de jota: “La región de Cinco Villas/ saluda a los ingenieros/ por darles el paso libre/ a todos los carreteros”. El primero en pasar fue D. Ramón Palacios con un carro cargado de lentejas. Para las pruebas se emplearon los ocho carros más grandes de la localidad y el trigo lo cedió gentilmente D. José Larraz de Tauste.
Los días 11 y 12 de octubre se organizaron importantes festejos para celebrar este acontecimiento y por la trascendencia de esta inauguración se dieron cita centenares de forasteros. Fue levantado un altar a la entrada del puente sobre el que se celebró misa y la bendición de la nueva construcción. En la misma noticia se hace referencia también de un viaje a Madrid del alcalde para solicitar una subvención destinada a locales para instrucción primaria.
Los actos celebrados para festejar la alegría de los galluranos por esta importante mejora los cuenta Antonio Capapé en su escrito del programa de fiestas de 2020: el día 11 de octubre a las doce de la mañana un repique de campanas anunció el comienzo de las fiestas, y durante la tarde, la Banda de música de la villa, dirigida por el maestro D. Andrés Andía, recorrió las calles tocando “escogidas piezas de su repertorio”; durante la noche hoguera y quema de una atractiva colección de fuegos artificiales. El 12, al amanecer, la Banda tocó una preciosa diana; a las ocho se celebró misa, terminando con la bendición y bautismo del puente; durante la tarde vaquillas de la afamada ganadería de Da Antonia Zapata, vecina de Alfaro; bailes organizados por el Ayuntamiento y particulares, además de conciertos en los cafés.
En un principio el puente contaba con tres arcadas pero una importante riada el 8 de febrero de 1910 arrastró parte de su estructura y lo dejó inservible. Tardarían más de 5 años en su reconstrucción, esta vez con una arcada más, como lo conocemos en la actualidad. El color de la pintura fue durante gran parte del siglo XX el gris y posteriormente se cambió por el verde que podemos contemplar ahora.
Muchas historias han tenido como escenario el río, algunas trágicas y otras lúdicas y divertidas. Ahogamientos y grandes avenidas con importantes destrozos muestran la peor cara del Ebro a su paso por Gallur pero también ha servido de playa y zona de baño para los galluranos durante gran parte del siglo XX, lugar de pesca para satisfacer necesidades primarias o como entretenimiento, espacio para la celebración de competiciones diversas durante las fiestas patronales (piraguas, natación, caza de patos…), vía de comunicación desde la época romana y todavía en el siglo pasado muchas personas han visto descender las navatas o almadías con los troncos que el Pirineo proporcionaba a las zonas bajas. Ha sido una frontera importante que salvar en periodos de guerra y sobre todo una fuente de riqueza. Pero sin el impresionante puente de San Antonio, de hierro o de las arcadas –esas son las denominaciones que tiene-, la vida de galluranos y cincovilleses hubiese sido mucho más difícil. Este emblemático paraje servía y sirve de paseo oficial para generaciones de galluranos, marco ideal para fotos especiales, entrada de ganado para los festejos taurinos de las fiestas y ha hecho posible que pueblos vecinos como son Gallur y Tauste hayan tenido una estrecha relación que no hubiera sido tan estrecha sin este nexo de unión. Podríamos hacer un censo de parejas mixtas entre vecinos de estos dos pueblos y nos sorprendería la larga lista que llegaríamos a elaborar. Cuando se cumplen 120 años de esta gran obra debemos recordar que no siempre estuvo ahí este símbolo del Gallur contemporáneo.
Carmina Gascón Tovar
Colaboradora Centro de Estudios Galluranos
Post Escriptum
Imprescindible para conocer más sobre el puente de Gallur la lectura de los escritos de Antonio Capapé del Campo en los programas de fiestas y los libros de Rufi Mullor Sandoval “Barcas de paso en el Ebro aragonés” y “Al pasar la barca. Historias particulares de las barcas de paso en Aragón” para descubrir la historia previa a los puentes.