LA PRENSA, LA PRIMERA GUERRA CARLISTA Y GALLUR

La Primera Guerra Carlista está considerada como la primera guerra civil de la historia de España, acaecida entre los años 1833 y 1840. A la muerte del rey Fernando VII, este dejó como heredera a una niña de apenas 3 años de edad, la reina Isabel II. Sin embargo, y hasta que esta nació en octubre de 1830, el rey Fernando no había logrado tener descendencia, de modo que su hermano menor, el infante Carlos María Isidro de Borbón, había sido hasta entonces el sucesor designado para el trono de España.

Todo eso cambió al nacer su sobrina Isabel, pero Carlos María todavía estaba «tranquilo» sobre su posición como heredero ya que un ancestro suyo, Felipe V de Borbón, había instaurado la ley sálica, según la cual las mujeres no podían heredar el trono. Sin embargo, Fernando quería que su hija se convirtiera en reina, de modo que modificó aquella ley relegando a su hermano en la lista de sucesión.

El caldo de cultivo estaba ya servido en una España que todavía se mantenía en los usos del Antiguo Régimen y del absolutismo, pero en la que se habían sucedido numerosos golpes de Estado para imponer el liberalismo, la constitución de 1812 y los límites al poder de la monarquía. Así, cuando muere Fernando en septiembre de 1833, la que había sido su sobrina y esposa, María Cristina, era profundamente absolutista, pero por encima de todo quería seguir teniendo el poder y ejercerlo a través de la regencia de su hija Isabel II. De modo que enseguida se apoyó en las fuerzas liberales (la más moderadas, eso sí), mientras que su cuñado Carlos María proclamó que él era el único y verdadero rey en el Manifiesto de Abrantes, dando inició al movimiento carlista y a la guerra.

Los liberales perseguían la transformación del Estado, que fuera la burguesía, tremendamente rica, la que tuviera el poder político en el país, pudiendo votar (sólo los más ricos) los gobiernos constitucionales que gobernarían en nombre del rey o la reina de turno, hablando de la Soberanía Nacional, el derecho a la propiedad privada, la libertad de prensa, la separación de poderes y otros tantos conceptos que nos parecen muy actuales pero que se formaron en aquella época. Mientras, los carlistas eran partidarios del mantenimiento de ese absolutismo monárquico, de la vieja nobleza que había acaparado el poder durante siglos y de la sociedad estamental de privilegiados y no privilegiados. Ante esto, cabría preguntarse entonces el por qué hubo tanta gente que, especialmente en el actual País Vasco, Navarra, en algunas zonas de Cataluña y también en el Maestrazgo aragonés, apoyaron de forma tan ferviente al carlismo, si en teoría iban en contra suya. Pero la realidad es tozuda, y lo cierto es que nadie tira piedras contra su propio tejado.

El liberalismo pretendía desarrollar las estructuras de la administración y del Estado, y eso suponía un enorme gasto y la necesidad de dinero, que debía recaudarse a través de impuestos directos que se iban a cobrar en metálico. En zonas más urbanas, como el valle del Ebro, la gente era por lo general de tendencia más liberal, sobre todo también porque ya estaban acostumbrados a pertenecer a los antiguos señoríos laicos y a que les cosieran a impuestos. Pero en otras zonas como ese Maestrazgo turolense o en regiones que todavía conservaban sus propios fueros como en Navarra, el liberalismo les iba a tocar el bolsillo. Precisamente en el Maestrazgo eran más comunes los señoríos eclesiásticos, mucho más «laxos» que los laicos del valle del Ebro o de otras regiones y que cobraban «impuestos» en especie de lo que cada uno produjera, ya fuera ganado o productos agrícolas. Pero ahora, el Estado liberal, quería establecerles una serie de impuestos en metálico, lo que en buena medida explica que el carlismo tuviera importantes apoyos por parte del pueblo y no sólo de los privilegiados.

De todas formas, es tan sólo una de muchas circunstancias que explican este complejo fenómeno que no se puede recudir a blanco o negro. Más allá de esto, nuestro colaborador y doctor en Historia Santiago Navascués, nos cuenta en el artículo «El motín de Gallur de 1840» cómo estaba la situación en nuestra localidad y comarca durante aquél conflicto. Y es que el valle del Ebro se situaba entre los dos núcleos principales del carlismo, Navarra y el ya mencionado Maestrazgo, por lo que no eran extraños los ataques en pequeñas partidas por parte de ambos bandos en la zona.

Si nos vamos a la prensa de la época, podemos encontrar varias noticias que nos hablan de sucesos al respecto en nuestra localidad y alrededores, donde por lo que se ve era bastante común la persecución de partidas carlistas que querían atravesar la zona o cruzar el Ebro de una margen a otra. Ahí entraban en juego no sólo las guarniciones militares que había en las localidades más importantes, sino también voluntarios y milicias.

Diario de Zaragoza, 8 de julio de 1834. Fuente: hemeroteca digital Ayuntamiento de Zaragoza

En esta noticia del Diario de Zaragoza publicada el martes 8 de julio del año 1834 se habla precisamente de la aparición en la ribera del Ebro y proveniente de Navarra de una columna de «rebeldes» integrada por entre 300 y 400 efectivos y que estaba siendo perseguida por las fuerzas isabelinas de la región. Para ello, nos dice que se pone en alerta a los «urbanos […] de Gallur, Pedrola, Mallén, Alagón y demás de la derecha del Ebro que desde el primer aviso que tuvieron estaban dispuestos a verificar lo mismo se aproximaban los rebeldes«.

Desde luego, la inseguridad de la comarca por la situación bélica queda patente con esa noticia y con la siguiente, en la que una carta dirigida al mismo Diario de Zaragoza pero esta vez fechada el 4 de marzo de 1835 nos muestra una nueva referencia a los «Urbanos de Gallur» en cuanto a sus funciones de escolta de un convoy, lo que significa que aquellas partidas carlistas como la mencionada anteriormente seguramente hacían estragos en las comunicaciones de la zona, haciendo necesario que fueran escoltadas. Esa carta nos dice lo siguiente: «Sr. Redactor del Diario de Zaragoza. Muy Sr. mío: Creería faltar a mi deber, sino hiciera público el rasgo patriótico de los beneméritos Urbanos de la villa de Gallur de este Reino de Aragón. Encargado de custodiar un convoy de esa a Tudela, avisé al distinguido comandante de aquellos D. Francisco Ortega me comunicase la menor novedad que ocurriese en sus inmediaciones para precaver cualquiera tentativa contra el convoy, y la contestación a mi oficio fue salir inmediatamente dicha milicia a observar y protegerme en el camino y tránsito desde Pedrola a la venta del Barranco, instándome repetidas veces los Urbanos, que les permitiese acompañarme hasta Tudela, o donde conviniese al mejor servicio de Doña Isabel II, pues que su entusiasmo y decisión era el morir por tan dulce nombre y las libertades patrias. La marcialidad, el brillante equipo, y armamento de los Urbanos de caballería, me sorprendió verdaderamente […]».

Diario de Zaragoza, 4 de marzo de 1835. Fuente: Hemeroteca Digital de Zaragoza

Una tercera noticia nos lleva a la misma mención de esta situación de inestabilidad, según lo que se relata en el Diario Constitucional de Zaragoza del 27 de septiembre de 1837, un año que fue bastante movido por tierras aragonesa ya que pasó por ellas la Expedición Real Carlista, logrando importantes victorias frente a los ejércitos isabelinos como la conseguida frente a la ciudad de Huesca en el pasado mes de mayo. En dicha noticia se ve que de nuevo hubo movimientos de tropas en la región, haciendo referencia a los movimientos de persecución realizaros por la columna móvil de la Ribera y al mando del coronel Felipe Fernández, a la vez que se habla de la columna móvil de Tudela.

Menciona de nuevo a Gallur diciendo lo siguiente: «El comandante de armas de Borja en comunicación de ese día, manifiesta que en aquella hora que eran las tres y cuarto de la mañana acababa de recibir parte del comandante de la columna móvil de Tudela, en que le avisaba haber llegado a Tarazona con la tropa de su mando: que en el día anterior lo había verificado de Gallur el 5º batallón de la M.N. y el cual con parte del 6º se halla en dicho Borja esperando las dos compañías de caballería del 2º escuadrón que probablemente arribarían al amanecer». De nuevo vemos un parte de guerra en el que se habla de la persecución en la zona y la vigilancia de los movimientos que estaba haciendo una partida carlista, a la vez que se muestra la organización militar de la región en columnas militares en las localidades más importantes, que eran itinerantes y se apoyaban, como se ha visto en las noticias anteriores, en las milicias que tenían los diferentes pueblos como en el caso de Gallur.

Diario Constitucional de Zaragoza, 27 de septiembre de 1837. Fuente: Hemeroteca Digital de Zaragoza

Sin duda fueron unos años convulsos como nos muestra la prensa, dada la cercanía del frente bélico, donde la inseguridad imperó en la zona, siendo el esfuerzo conjunto del ejército y sobre todo de las milicias liberales esenciales para tratar de evitar el avance de las tropas carlistas río Ebro abajo.

Sergio Martínez Gil

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza


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