A lo largo de la historia, la localidad de Gallur ha sufrido los diferentes vaivenes que esta ha tenido, especialmente en época medieval, dadas las luchas que hubo por el dominio de estas tierras primero entre musulmanes y cristianos y, después, entre los propios cristianos. Ya desde tiempos del rey de Aragón Sancho Ramírez, estas tierras estuvieron en disputa, algo que atestigua la presencia de la fortaleza del Castellar, aunque la margen derecha del Ebro donde se encontraba Gallur siguió en manos islámicas. Eso cambió en diciembre del año 1118 cuando Alfonso I el Batallador conquistó Zaragoza y tras ella fue cayendo todo el valle medio del Ebro como un mosaico hecho con piezas de dominó.
Gallur y toda la zona de lo que hoy es la Comarca de la Ribera Alta del Ebro pasó a ser una zona dominada por el reino aragonés, pero los cambios de manos no se iban a terminar ahí, ni mucho menos. Avanzando casi un siglo en el tiempo llegamos al reinado de Pedro II el Católico. Desde hacía ya un tiempo se había consumado la unión dinástica entre el Reino de Aragón y el condado de Barcelona gracias al matrimonio entre la reina Petronila y el conde Ramón Berenguer. Su hijo y heredero, Alfonso II el Casto, fue la primera persona en aunar la propiedad y el gobierno de ambos territorios, confirmando así la unión de lo que más tarde se acabará conociendo como Corona de Aragón.
El hijo y sucesor de Alfonso II fue precisamente el primer protagonista de esta pequeña historia que llevó a Gallur a ser durante un tiempo parte del vecino Reino de Navarra. Y es que debido al curso del Ebro hay un continuo geográfico entre lo que hoy es la Ribera Alta en Aragón y la llamada Ribera navarra, por lo que prácticamente eran los tratados y las posiciones defendidas militarmente las que marcaban el inicio y el fin de uno y otro territorio.
En el año 1209 Pedro II de Aragón estaba enfrascado en varios proyectos. El primero le iba a llevar a participar pocos años después, en 1212, en la famosa Batalla de las Navas de Tolosa junto a los reyes de Castilla y Navarra frente a los ejércitos del Imperio almohade, que había invadido al-Andalus llegando desde el norte de África y amenazaba a la cristiandad peninsular. Pero además, el monarca aragonés estaba jugando una complicada partida de ajedrez con el papado y con Francia. Y es que desde hacía tiempo se había desarrollado en Occitania un importante culto cristiano que estaba considerado por Roma como una herejía, el catarismo, iniciándose una sangrienta cruzada contra ellos. Pero muchos de los territorios donde se practicaba el catarismo eran teóricamente vasallos del rey de Aragón. Precisamente lo que estaba buscando el rey Pedro era forzar la situación hasta que sus vasallos cátaros le suplicaran ayuda contra los cruzados enviados por Roma y Francia, de modo que una vez que les socorriera pudiera ejercer su soberanía plena en estos territorios. El resultado habría sido una gran Corona de Aragón a ambos lados de los Pirineos; desde el Ebro por el sur hasta el río Ródano en el norte. De haber salido adelante tal proyecto, la Corona aragonesa se habría consolidado como una de las mayores potencias de la Europa cristiana.
Para proyectos como este, Pedro II necesitaba importantes cantidades de dinero para mantener sus gastos, principalmente los de sus mesnadas. Por ello, en 1209 buscó el préstamo de 20.000 morabetinos, los cuales fueron prestados por el rey Sancho VII el Fuerte de Navarra, un coloso que según los estudios forenses superaba de largo los 2 metros de altura. A cambio, el monarca aragonés dio en garantía los castillos y todas las tierras de Peña, Escó, Petilla y Gallur, momento en el que esta localidad y sus dominios pasaron a ser del Reino de Navarra hasta que Aragón no satisficiera la devolución del préstamo.
Sin embargo, en septiembre del año 1213, Pedro II de Aragón fue derrotado por los cruzados en la Batalla de Muret muriendo en el combate y dejando como heredero al trono a un niño de apenas 5 años y que además estaba en manos del hombre que había provocado la muerte del rey, Simón de Monfort. Así fue el complicado ascenso al trono en minoría de edad de Jaime I el Conquistador, quien tras ser liberado de las manos de Simón, pasó varios años formándose con los templarios en Monzón. Mientras tanto, el Reino de Aragón estaba con un rey en minoría de edad, bajo una regencia, en crisis, con el fantasma de una posible guerra civil sobrevolando a todos, y con localidades como Gallur perdidas en favor de Navarra.
Sin embargo, Jaime fue logrando con los años superar la enorme oposición interna que tuvo y acabó convirtiéndose en uno de los monarcas más importantes para la Corona aragonesa. En el año 1231 Jaime se entrevistó en Tudela con Sancho VII de Navarra. Este, ya enfermo y sin hijos legítimos, prohijó a Jaime I nombrándole su heredero, con lo cual se iba a reeditar de nuevo una unión dinástica entre Aragón y Navarra un siglo después de haberse roto en el año 1134 a la muerte de Alfonso I el Batallador.
Sin embargo, la nobleza navarra no estaba dispuesta a ello y a la muerte de Sancho en el año 1234 este pacto se incumplió y Jaime de Aragón no logró acceder al trono navarro. Sin embargo, la situación de crisis que vivía el reino vecino hizo que Jaime aprovechara la situación y volvió a ocupar unilateralmente las villas y castillos que su padre había empeñado 25 años antes. Todas menos Petilla, que hoy en día sigue siendo un territorio navarro rodeado totalmente por Aragón. De esa manera y tras un cuarto de siglo siendo navarra, Gallur volvió a pertenecer al Reino de Aragón a partir del año 1234.
Sergio Martínez Gil
Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza