Aunque ya he explicado en la primera parte del artículo el contexto histórico en el que se desarrolla la huelga campesina de 1934 en Gallur, que podéis consultar en este enlace https://cesgallur.net/2021/05/01/la-huelga-campesina-de-1934-i-parte/ , conviene una breve descripción para situarnos.
Estamos en un momento en el que la izquierda no acepta los resultados electorales y amenaza con organizar una insurrección, con el fin de imponer una revolución socialista, en cuanto el gobierno de derechas diera un pretexto para ello, cosa que a su entender se dio en octubre de 1934 al acceder cedistas a ministerios del gobierno.
Por consiguiente, en junio de 1934, cuando tuvo lugar la huelga campesina, las autoridades estaban sobre aviso y esperando graves enfrentamientos que no acontecieron hasta octubre. En medio de este clima tan conflictivo la UGT de Gallur solicitó permiso al ayuntamiento para celebrar una junta general ordinaria el 22 de mayo. En esta petición expusieron también al ayuntamiento los objetivos de esta reunión, que eran los siguientes:
- Lectura del acta anterior.
- Lectura de correspondencia habida.
- Lectura y aprobación de las cuentas del primer trimestre anual.
- Fundación de la Mutualidad Obrera.
- Hablar sobre la situación del obrero campesino.
- Tener un momento para compartir ruegos, preguntas y proposiciones.
El ayuntamiento gallurano traslada esta petición al gobernador civil de la provincia de Zaragoza. Este les envía un telegrama en el que da su consentimiento a que se celebre la junta general de la UGT local, con dos condiciones: que no se traten los puntos 5 y 6 y que se hable únicamente de aspectos legales, administrativos y no políticos.
Los allí reunidos no cumplieron con lo autorizado, ya que al día siguiente presentaron al ayuntamiento la convocatoria de una huelga campesina el 5 de junio con las siguientes demandas:
- Que se cumplan las bases de trabajo y la legislación social con un salario mínimo agrícola, inspecciones, multas para los infractores y arrestos para los reincidentes.
- Que el trabajo disponible se reparta equitativamente entre todos los inscritos en la bolsa de trabajo local de jornaleros (llamada por aquel entonces «Registro de Colocación«), independientemente de sus opiniones y actividades políticas.
- Prohibición del empleo de máquinas y de la contratación de forasteros en caso de que haya jornaleros locales sin trabajo.
- Rescate de bienes comunales.
- Arrendamientos colectivos de tierras baldías que gocen de subvención anual.
Esas son las demandas oficiales. Conforme se va desarrollando la huelga, los huelguistas en sus panfletos espontáneos se conforman con pedir trabajo y cobrar los suficiente como para no pasar hambre.
El ayuntamiento de Gallur envió este comunicado al gobernador civil y su respuesta fue que no autorizaba la huelga, ya que tenían que haberla comunicado al menos con quince días de antelación, y amenazó a quienes la secundaran con detenciones y destierros.
Pero los jornaleros galluranos querían hacer coincidir su huelga con la convocada por la Federación Española de Trabajadores de la Tierra, así que anuncian que van a desobedecer las órdenes del gobernador civil y que el día 5 de junio, aunque sea ilegal, van a hacer huelga.
El 4 de junio se clausura el local de la UGT de Gallur y el 5 a las 12 de la noche comienza la huelga. El juez de instrucción de Borja se empieza a inquietar y pregunta al ayuntamiento de Gallur si le han pedido permiso para fijar pasquines, si hay alguna imprenta y en caso de que así sea, el nombre de su propietario (imagino que para emprender acciones legales contra esa persona). La respuesta del ayuntamiento de Gallur es que no hay ninguna imprenta en la localidad.
En los siguientes días el ayuntamiento manda comunicados en los que ruega a los jornaleros a que depongan su actitud y su lucha, que, según la corporación local, no beneficia a nadie. Por su parte, los huelguistas piden a los obreros de otros sectores que se solidaricen con ellos pero no consiguen ningún apoyo.
El día 8 el ayuntamiento manda un telegrama al gobernador civil en el que le piden unos 20/25 efectivos para que practiquen detenciones y restablezcan el orden, ya que se están destrozando cultivos, cometiendo sabotajes, atemorizando a trabajadores que no apoyan la huelga y que acabarán haciéndolo por temor, empeorando la situación. El gobernador civil de la provincia responde ordenando que se declare el estado de alarma, lo cual implica:
- Que no puedan reunirse más de tres personas y que estos grupos bajo ningún concepto puedan estacionarse en las vías públicas.
- Clausuración de las asociaciones que tuvieran algún afiliado en huelga.
- Por las afueras de la localidad y por los campos sólo pueden circular los patronos y los obreros que trabajen para ellos, con papeles diarios que lo demuestren.
- Todos forasteros deben justificar el motivo de su viaje y estancia en Gallur.
- No se consentirán gritos
Ese mismo día el ayuntamiento ordena cerrar a las 8 de la tarde algunos comercios y negocios. Al día siguiente 6 trabajadores del trasbordo se unen a los jornaleros en su lucha. Finalmente, la huelga terminó el 13 de junio sin que los jornaleros consiguieran nada de lo que pedían y el 14 de junio el ayuntamiento autorizó que reabriera su local la UGT local.
Al parecer, en medio de estos acontecimientos, el gobernador civil visitó nuestro pueblo y fue víctima de algún incidente de mal gusto. A los días el ayuntamiento le mandó una carta pidiéndole disculpas, expresando que los protagonistas del incidente no representan a la mayoría y que el resto de galluranos se avergüenzan de ellos. El afectado por este misterioso incidente contestó cortésmente y muy afectuosamente al alcalde del momento.
El ayuntamiento emitió este formulario para que los grandes propietarios perjudicados notificaran sus perdidas, provocadas por los destrozos en sus cultivos.

Estas perdidas económicas en algunos casos ascendían a 200, 600 o 700 pesetas. Para que nos hagamos una idea de lo que esto suponía hay que tener en cuenta que en el año 1920 el salario medio de una jornada de ocho horas eran 10 pesetas. Otro dato con el que se puede hacer una buena comparación es que, también en el año 1934, se disolvió la Asociación de Baile Paz y Alegría por no poder hacer frente a una deuda de 332,40 pesetas, importe con el que se pretendía pagar dos meses de alquiler del salón, dos meses de luz, trabajos de carpintería, el alquiler de un piano y la actuación de un pianista y de un violinista. Si todo eso se podía pagar con 332, 40 pesetas, imaginad lo que supondría una pérdida económica de 200, 600 o 700 pesetas.
No hace falta mucho esfuerzo para imaginarse todas las rencillas personales y el clima de odio que todo esto generaría en unos y otros. Estas discordias acabarían por estallar y salir a la luz durante la Guerra Civil.
Santiago Navascués Alcay.
Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.
BIBLIOGRAFÍA
. Germán Zubero, L. (2009); “Coste de la vida y poder adquisitivo de los trabajadores en Zaragoza durante el primer tercio siglo XX”, en Razones de historiador: magisterio y presencia de Juan José Carreras, Universidad de Zaragoza.