EL MISTERIOSO «TRIENIO LIBERAL»

Corría el año 1789 cuando estalló la Revolución Francesa, que supone el fin del Antiguo Régimen, siendo el germen de nuestros actuales sistemas democráticos. El resto de Estados europeos tenían el mismo tipo de sociedad que en Francia, así que lo que ocurrió allí, podía ocurrir en cualquier otro Estado europeo. Todas potencias reaccionan declarando la guerra al gobierno revolucionario francés para que no se extiendan sus ideas por sus países.

Francia no sólo resiste sino que, además, surge la figura de Napoleón, que se dedica a conquistar toda Europa, extendiendo la revolución. Napoleón tiene, directa o indirectamente, toda Europa a sus pies, con la excepción de Gran Bretaña y su gran aliada: Portugal. Entonces, en el año 1807, firma con España el Tratado de Fontaineblau, que le permite cruzar con sus tropas los Pirineos y campar a sus anchas por España para invadir Portugal.

En teoría los franceses únicamente están de paso para invadir Portugal pero, una vez llegan, se quedan. El descontento popular, ante las tropelías perpetradas por los soldados franceses, se manifiesta en el Motín de Aranjuez, que obliga a Carlos IV a abdicar, entronizando a su hijo Fernando VII. Los españoles estaban haciendo la revolución a su manera, destituyendo al monarca odiado y entronizando al monarca deseado.

Después de esto, Napoleón engañó a padre e hijo. Invitó a Carlos IV a reunirse con él para reponerle en el trono y a Fernando VII para afianzarlo y refrendarle como nuevo rey. Les conminó a entrevistarse con él en Bayona y una vez allí, en territorio francés, les obligó a ceder el reino de España, que entregó a su hermano José Bonaparte. Napoleón pensaba que los españoles acogerían de buen grado a José Bonaparte, que pretendía ser un rey aperturista, reformista, extender la revolución y sacar a España del feudalismo y del Antiguo Régimen. Pero, como decía Robespierre: «nadie ama a los misioneros armados».

La noticia cayó como un jarro de agua fría para aquellos que eran partidarios de Fernando VII. Pronto se desencadenó un largo enfrentamiento contra el invasor francés, llamado Guerra de la Independencia, en el que los españoles estaban muy divididos. Algunos estaban a favor del gobierno liberal de José Bonaparte y colaboraban con los invasores. Otros, en cambio, se rebelaron contra José Bonaparte y lucharon contra los franceses. Estos últimos, a su vez, se dividían en:

  • Absolutistas: se oponen al gobierno de José Bonaparte y de los franceses por su gobierno aperturista.
  • Liberales: coinciden en ideas con el monarca galo pero se oponen a él y a los franceses por su condición de invasores.

Cuando acaba la guerra, Fernando VII es liberado y vuelve a España, reinstaurando el absolutismo y persiguiendo a los liberales, que tanto habían luchado por su regreso. Todo su reinado tiene como telón de fondo el enfrentamiento entre los absolutistas y los liberales.

En el año 1820 el teniente coronel Rafael de Riego, cuyo retrato encabeza esta entrada, dio un Golpe de Estado, poniendo fin al absolutismo de Fernando VII. Este último juró la Constitución de Cádiz para salvar el pellejo. Mientras tanto, estaba tramando alianzas internacionales que le devolvieran sus tiránicos privilegios y poderes. Los meses de tejemanejes, urdimbres y conspiraciones dieron su fruto y en 1823 se hizo con un ejército internacional que le permitió restablecer el absolutismo y acabar con lo que se conoce como Trienio Liberal.

Lo que ocurrió en Gallur durante el Trienio Liberal es un auténtico misterio. No tenemos datos porque se eliminó documentación. Sabemos que cuando acabó se nombraron nuevas autoridades afines al absolutismo de Fernando VII, que se pidieron informes de quienes habían apoyado el gobierno del Trienio Liberal y que se tomó represalias contra ellos. Pero lo ocurrido en nuestro pueblo en aquel paréntesis de tres años permanece entre las sombras.

Desconocemos por completo quiénes ocuparon cargos públicos en Gallur entre 1820 y 1823, también cómo fue su gobierno y cuáles fueron las experiencias de los galluranos en aquel pequeño lapso de liberalismo, dentro de un reinado marcado por el absolutismo más recalcitrante y conservador. Esto contrasta con el resto del reinado de Fernando VII, del cual disponemos mucha información en nuestro pueblo.

La pregunta más importante que queda sin resolver es: ¿qué había que esconder para que los gobernantes posteriores destruyeran esa información? Se puede dar un giro de 180 grados a un gobierno, aboliendo toda legislación anterior que no sea del agrado de los nuevos gobernantes, sin necesidad de destruir documentos. Cuando se elimina información, generalmente, es porque se quiere ocultar algo. Lo más probable es que el ayuntamiento liberal, cuando vio inminente la derrota, no quiso dejar pistas que facilitaran la represión posterior de los liberales del pueblo.

Santiago Navascués Alcay

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza


BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

  • Blanco Lalinde, L. (1995); Historia de la villa de Gallur, Ayuntamiento de Gallur y Diputación de Zaragoza.

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