GALLUR, EL EJÉRCITO Y LOS MEDIOS DE TRANSPORTE

Muchas veces, cuando hablamos de realidades sociales del medievo, parece que estemos hablando de situaciones muy remotas, ajenas a nosotros, y no nos damos cuenta que el modo de vida de nuestros abuelos, en muchos aspectos, se parecía mucho más al de aquellas gentes que al nuestro.

Eran tipos bajitos que nacían en sus casas, muchos de ellos morían al poco de nacer (el momento del destete era especialmente trágico) y trabajaban de sol a sol, en el campo la mayoría de ellos. Estaban a una jornada a caballo de Zaragoza y casi ninguno de ellos disponía de este tipo de transporte. De los coches ya ni hablamos. Lo único que paliaba en parte aquella situación y que les sacaba de su micromundo, que giraba en torno a Gallur y 20 km. a la redonda, era el tren. Para muchas familias irse a vivir a la ciudad por trabajo era el equivalente en nuestros días a emigrar al extranjero.

Todo esto queda perfectamente reflejado en los censos militares de la época. Si acudimos al censo de ganado caballar, asnal y bovino sujeto a requisición militar del año 1935, nos encontramos con que no hay ningún gallurano que tenga un buey y con que, en una población que rondaba los 4000 habitantes, sólo había 3 personas que poseyeran caballo y 14 que tuvieran un mulo o una mula. Ni siquiera se plantean hacer un censo sobre vehículos motorizados. ¿Para qué?

En el censo militar del año 1959 nos encontramos con que sólo hay 5 personas con coche en Gallur, 7 personas que poseen un camión y 15 galluranos que tienen un tractor. Pasamos de tener en 1935 unas 17 personas con algún tipo de medio de transporte personal, a 28 en el año 1959 en un pueblo de unos 4000 habitantes. Además, los apellidos de los que antes poseían mulos o caballos suelen coincidir con los apellidos de los que años más tarde tienen coches y tractores. Si bien, pasar de tener 17 a 28 personas con algún medio de transporte personal, es un salto cuantitativo bastante grande; sigue siendo reflejo de un mundo muy anclado a la tierra de nacimiento.

El último censo militar de este tipo del que disponemos, data del año 1961. En teoría, estos censos servían para que, en caso de guerra y de emergencia militar, cuando el ejército necesitara de estos bienes, supiera rápidamente dónde acudir para hacer los requisamientos pertinentes.

Hoy en día este tipo de informaciones, evidentemente, carecen de sentido. Vivimos en un mundo interconectado y muy globalizado en el que todo hijo de vecino viaja al extranjero en avión o de múltiples maneras, y en el que cada familia tiene varios coches. Ni el ejército tiene escasez de medios de transporte ni tendía problemas para encontrarlos en caso de que le hiciera falta.

Lo dicho hasta aquí en esta entrada puede parecer algo de perogrullo que todos sabíamos pero que conviene recordar porque estos cambios alteran por completo la manera de vivir y de pensar. Hay una distancia abismal entre la realidad que conocen nuestros niños y la que conocieron nuestros mayores e incluso nuestros padres en su niñez. Me fascina y me sorprende cómo personas que se criaron con estas circunstancias ven con tanta lejanía y distancia a personas de otros tiempos que vivían de forma muy parecida.

Santiago Navascués Alcay.

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.


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