LOS RESTOS DE MARÍA DOMÍNGUEZ REMÓN

Hoy estamos de enhorabuena, se han encontrado los restos de lo que parece ser el cadáver de María Domínguez Remón, alcaldesa de Gallur fusilada durante la última guerra civil.

Los trabajos de excavación arqueológica empezaron el viernes. Sin embargo, hasta hoy no han dado con los restos porque estaban a unos metros de donde indicaban las fuentes testimoniales. Son de un cadáver femenino de entre 50 y 60 años, lo que encaja perfectamente porque fue asesinada con la edad de 54 años. Queda por hacerse estudios comparativos con el ADN de familiares para confirmar que se trata de su cuerpo.

Hay que felicitar a la Asociación de Familiares y Amigos de los Asesinados y Enterrados en Magallón (AFAAEM) y a la Asociación para la Recuperación e Investigación contra el Olvido (Arico). Mi más sincera enhorabuena a la familia, que pronto podrá darle el enterramiento y los honores que merece.

Veo que se empieza a publicar en todas partes que fue la primera alcaldesa de España. Pronto empezará el ensalzamiento de su persona y habrá gente que rabiará. Esta indignación de algunos será aprovechada por los filibusteros de la historia para coger la parte del todo que les interese, con el fin de avalar sus ideas del presente y denunciar ocultaciones interesadas. Estas gentes se sirven muchas veces de datos anecdóticos, en los que no repara el historiador, para señalar intereses espurios en su trabajo.

Con integridad voy a intentar adelantarme a ellos y mostrar lo que pueden objetar a los honores que se le rindan. Espero no dejarme nada que puedan utilizar y, de paso, les respondo porque esta mujer, a pesar de sus errores, es todo un ejemplo inspirador y una figura a resaltar.

Dirán que no fue la primera alcaldesa de España y están en lo cierto. Fue la primera en ostentar ese cargo en nuestra democracia, que no es lo mismo, ya que en 1924 Matilde Pérez Mollá ocupó este puesto en Quatretondeta, siendo nombrada por el general Cristino Bermúdez de Castro durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

Argüirán que no fue elegida por el pueblo, sino por una comisión gestora. Siento decirles que no incumplió la ley y que eso no quita, ni un ápice de legitimidad y valor a su gobierno.

También podrán hacer alusión a frases suyas, como esta:

“la raza puede alcanzar un máxima de perfección, eliminando de la sociedad a los seres que, mediante un concienzudo examen, se comprobase que no reunían las condiciones necesarias para procrear” y, de esta forma, “la humanidad ganaría en ello; la tuberculosis y otras enfermedades similares que nos aquejan disminuirían”.

Errores sociales, 6 de julio de 1930

Lo que está defendiendo en este texto es algo parecido a la eugenesia que practicaban los nazis. Hace falta tener mala uva y rebuscar, concienzudamente, en la larga trayectoria de María Domínguez como articulista para encontrar una idea nazi.

Y por último, podrían traer a colación frases suyas con las que algunas feministas, hoy en día, se tirarían de los pelos.

Pretenderán hacer creer que los que alabamos a su persona somos unos farsantes, unos manipuladores y que rendirle homenajes es inmoral.

Les diré que si juzgamos con ojos actuales cada comentario y cada acto de nuestros abuelos, no se salva ninguno de la quema. Por si no lo saben, nuestra democracia debe mucho a John Locke, que era esclavista. En este país se han cantado canciones, que hoy nos producirían nauseas, como Quince Años tiene mi amor o La mataré. ¿Cómo nos juzgarán las generaciones venideras?

No se puede hacer presentismo y descontextualizar frases de ningún personaje histórico. Es algo que se enseña en primero de carrera. Esta mujer formó parte de aquel elenco de personas que pretendieron adelantar la historia y que sufrieron las peores consecuencias por ello. Murió vilmente asesinada por defender la democracia, la educación, la igualdad y a las mujeres. Y eso es lo que cuenta, ese es su legado, mal que a algunos les pesé.

Nuestra sociedad actual debe mucho a su infatigable lucha. Gracias a personas como ella, la mayoría de todos nosotros vivimos mucho mejor y disfrutamos de derechos y libertades que antes no teníamos.

Como política, su mayor contribución a nuestro pueblo fue mejorar las escuelas. Como intelectual, su incansable pluma nunca dejó de ser un azote para aquellos que oprimían al pueblo y a las mujeres.

Pagó muy caro la defensa de los más débiles y vulnerables. Fue amargo su final y hoy la sociedad debe estar a la altura y, tan sólo, darle las gracias y sentir orgullo de nuestra paisana y alcaldesa. Todo lo demás sobra.

Santiago Navascués Alcay.

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.


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