LOS PASADIZOS DE GALLUR

En casi todos lugares existen historias de pasadizos secretos y, en Gallur, tenemos las nuestras, como la de aquella reina mora, que ante un asedio de los cristianos, quedó sepultada, con sus riquezas y pertenencias, al huir por un pasadizo del castillo. Castillo que habría que ubicar donde hoy se encuentra la iglesia. Otra historia es la de aquella doncella musulmana, que murió, herida de un flechazo, al bajar por un pasadizo a recoger agua para su amado cristiano, que había sido malherido durante un ataque de sus correligionarios musulmanes.

Si no fuera por las «cuevas» que veía cuando era niño en las canteras, aquellas tardes de verano que jugaba con los amigos o las tardes de diciembre, cuando, con la familia recogía musgo para hacer el Belén; diría que son historias inventadas, como las de tantos otros sitios, y que no había en la Edad Media ningún pasadizo, túnel o caño en Gallur.

No sé si esas leyendas medievales serán ciertas o no, pero, de lo que estoy seguro, es de que ese promontorio rocoso pegado al Ebro estaba lleno de túneles, muchos de los cuáles ya no existen a causa de los derrumbes provocados por la erosión. Tendría sentido que alguno de ellos conectara con el antiguo castillo y se utilizara para abastecerse del agua del Ebro en tiempos de asedio. Me han llegado testimonios de que gente, en su niñez, cuando jugaba por allí, se ha encontrado todo tipo de materiales.

La realidad es que Gallur era un pueblo de olivas y vides, en el que la viticultura era un negocio muy importante. Hasta que a finales del siglo XIX, desde el otro lado de los Pirineos, llegó la filoxera, una plaga que arrasaba con estos cultivos. La única solución era reemplazarlas por otras cepas, a las que se les hacía un injerto de vides californianas, resistentes a la enfermedad, lo cual valía una fortuna. Hubo que reinventarse y, aprovechando la cercanía y abundancia de aguas, Gallur se convirtió en un pueblo de regadío, de hortalizas y frutales.

Estas «cuevas», como acostumbraba a llamarlas cuando era niño, no eran otra cosa que bodegas que conectaban con las casas del Barrialto, testigos de aquellos años pasados en los que en Gallur se hacían buenos vinos. En la zona de las Eras también existían este tipo de bodegas, pero fueron rellenadas y selladas a finales del siglo XIX, cuando se mejoró la carretera de Gallur a Francia por Sangüesa.

Estaban orientadas hacia el norte, lo cual facilitaba que fueran ventiladas por el cierzo y no se cargara demasiado el aire. Se entraba con una vela y si ésta se apagaba, era señal de que, a causa de la fermentación, el ambiente estaba demasiado viciado y era peligroso estar ahí.

Esas paredes, derrumbadas en su mayor parte, han visto pasar todo tipo de acontecimientos. En la última guerra civil se utilizaron como refugio durante los bombardeos y algunos huyeron y escaparon de la represión franquista a través de estos caños.

Santiago Navascués Alcay

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza

BIBLIOGRAFÍA

  • P. Bueno, A. (2019); Historia Secreta de Gallur, Libros y novelas.

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