LA «INMORALIDAD» EN GALLUR

Corría el año 1943 cuando el Jefe Superior de Policía de la Provincia de Zaragoza ordenó al ayuntamiento de Gallur que prohibiera los bailes del café de Antonio Palacín y del teatro Gaspariana, ante los informes de ciertas inmoralidades que se cometían de manera habitual.

El teatro Gaspariana fue más castigado porque además de bailes, ofrecía espectáculos teatrales y de cine. Al parecer, se dejaba entrar a menores en películas que no eran aptas para su edad. Por eso, el teatro Gaspariana no sólo tuvo que poner fin a sus bailes, sino que además el Jefe de la Policía ordenó que el propietario fuera amonestado.

Según la documentación, el ayuntamiento de Gallur procedió con severidad al requerimiento policial y fue todavía más lejos: amenazó al propietario del teatro con detenerlo sin previo aviso y ponerlo a disposición de la autoridad superior si volvía a permitir la entrada de menores a sesiones no aptas para ellos.

Estamos en unos años en que el cine es ya un fenómeno de masas y se ha convertido en la forma de entretenimiento popular más habitual. Esto lo saben muy bien Hitler y Mussolini, que no dan ni un paso sin una cámara de cine. La propaganda política ha inundado la gran pantalla. Por su parte, España hace lo propio con el estreno de la película Raza en el año 1941, que es un panegírico al bando que ganó la Guerra Civil. Los americanos tomaron nota, especialmente durante la presidencia de Kennedy, hasta convertir la política en el circo mediático que es hoy en día.

Es normal que una dictadura como la franquista, quisiera controlar qué veía la gente en la gran pantalla. Pero si comparamos como andaban de «moralidad» los países de nuestro entorno por aquellos años, igual nos llevamos sorpresas. Me preguntó cuáles serían esas inmoralidades indecentes que llevarían a cerrar bailes en nuestro pueblo. Teniendo en cuenta que en el «avanzado» Reino Unido la homosexualidad estuvo penada hasta el año 1967, imagino que en España el listón estaría muy bajo.

La filmación del primer beso se llevó a cabo en el año 1896, cuando la industria del séptimo arte todavía estaba en pañales. Y el primer desnudo femenino integral en una película data del año 1934. Es decir, la producción cinematográfica estaba mucho más avanzada que la sociedad de su tiempo.

A principios del siglo XX en Chicago y Nueva York aparecen compañías de moralistas dedicadas a censurar las películas, práctica que se extiende a otros países como Francia. En las mentes de estos puritanos, un desnudo estaba totalmente prohibido y un simple beso era visto con malos ojos. En países católicos, muchas veces era la Iglesia local la que se encargaba de la censura. Da buena cuenta de ello, la magistral obra de arte Cinema Paradisso de Giuseppe Tornatore, en la que el protagonista del film es el mismísimo cine. La única diferencia con España en todo esto es que la censura española era una censura política y de Estado, no espontánea, ejercida por compañías o por la Iglesia, como ocurría en el extranjero.

Una solución parcial fue establecer una clasificación, en la que había películas para todos los públicos y películas para mayores de 18 años. Las prohibiciones de entrada a los menores de edad a este último tipo de películas se llevaban a rajatabla en multitud de países, no sólo en España o en Gallur. Hubo que esperar hasta los años ochenta, con títulos como Gremlins o Indiana Jones de Steven Spielberg para que surgiera la clasificación de apta para mayores de 13 años. En los años sesenta, una película tan inofensiva como Cowboy de medianoche era considerada X por contener escenas de «especial dureza y violencia».

En definitiva, sin romantizar ni empequeñecer la represión de una una dictadura, la censura franquista en el cine, que se hacía en nuestro pueblo en los años cuarenta, se diferenciaba muy poco de la que se hacía en el extranjero. Lo que ocurre es que en una dictadura, manejada por tecnócratas del Opus Dei, estas prácticas se prolongaron mucho más en el tiempo que en el resto de países del entorno.

Santiago Navascués Alcay.

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.

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