Hoy en día vivimos en un país con un gobierno fuerte, cuyos tentáculos y presencia llega a todas partes. No siempre ha sido así. Hubo un tiempo en que los Estados europeos eran un universo de pequeños micromundos de aldea, que funcionaban como mini patrias independientes dentro de un Estado mayor. En todos municipios, especialmente en los más pequeños, había personajes, como el señor o el cacique del lugar, que allí tenían más autoridad que el propio rey. La inmensa mayoría de la población nacía y moría en el mismo lugar. Había mucha menos movilidad que hoy en día.
Nuestros Estados-Nación actuales no se han construido en dos días. La eliminación de todos estos micromundos de aldea y su aglutinación en un único Estado que, más allá del papel, ejerza como tal en todos los rincones de su territorio; ha sido un proceso muy lento. Hay un período de transición y transformación que se da a principios del siglo XIX.
Todo esto viene al hilo de que he encontrado una serie de documentos del año 1836, en el archivo municipal de nuestro ayuntamiento, que reflejan esta situación. Me refiero a dos cartas notariales, cuyo destinatario es el ayuntamiento de Gallur. La primera de ellas es de un tal Santiago Navarro, natural de Fréscano, y la segunda, del ayuntamiento de dicha localidad.
En el primero de los escritos, Santiago Navarro informa al ayuntamiento de Gallur de que ya ha concluido su período de aprendizaje y de que ya es un avezado cerero. Este oficio es fundamental en la época, ya que es el que se encarga de tratar la cera y, especialmente, de fabricar las velas con las que la gente se alumbra en la oscuridad, en aquellos tiempos en los que no existe la luz eléctrica.
Así pues, comienza la carta exponiendo lo que puede hacer por el pueblo y la finaliza suplicando y rogando al «honorífico, bondadoso y justísimo ayuntamiento de Gallur», por citar palabras textuales; que le permita residir en nuestra villa, como un vecino más, y dedicarse a su oficio.
Pocos días después, el ayuntamiento de Fréscano escribe una carta al de Gallur, acreditando que Santiago Navarro, mientras vivió en Fréscano, fue un vecino ejemplar y que era isabelino.
Todo esto indica que en esos tiempos todavía hay pervivencias de esos mundos de aldea, ya que la situación de Santiago Navarro es muy parecida a la de los emigrantes extranjeros que vienen hoy en día a España. Es como si trasladarse a vivir de Fréscano a Gallur fuera como irse a vivir a otro país. Los papeleos que tenían que hacer recuerdan a los permisos de residencia que hoy tienen que obtener los emigrantes que vienen a España. También hay que tener en cuenta que estamos en un contexto de guerra civil entre los que defienden al gobierno (isabelinos) y los rebeldes (carlistas). Cuando el ayuntamiento de Fréscano le dice al de Gallur que Santiago Navarro es isabelino, le está diciendo que no es un rebelde y que es de fiar.
Santiago Navascués Alcay
Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza