“Alagón fue unido con Zaragoza. En este año, a 28 del mes de noviembre, se hizo unión de la villa de Alagón lugar muy antiguo y vecino de la ciudad de Zaragoza (cuyo asiento es en región muy abundosa y fértil por estar a las riberas de Ebro y Jalón), con la ciudad de Zaragoza, para que se tuviese por muy principal parte della, teniendo consideración que los señores que le son vecinos hacían muy malas obras a los moradores de aquella villa; y por esta causa se incorporó en esta ciudad.”
Estas son las palabras de Jerónimo Zurita, cronista oficial del reino de Aragón en el siglo XVI, que aparecen en su obra Anales de la Corona de Aragón. Y es que, en el año 1470 la villa de Alagón se incorporó a la ciudad de Zaragoza como uno de sus barrios, situación que duró más de tres siglos.
Que Alagón hubiera sido, durante más de trescientos años, un barrio de Zaragoza es un hecho que particularmente he conocido gracias al valiosísimo y excelentísimo trabajo de la Asociación Cultural Alagonesa de Estudios Locales (ACAEL), de cuyo blog y revista digital, Vida Alagonesa, he extraído la mayor parte de la información que aparece en esta entrada. He aquí su enlace:
Dicho esto, para explicar el porqué de esta unión, vamos a retrotraernos a la Plena Edad Media. Vamos a situarnos en el año 1119, cuando Alagón y varias localidades de la Comarca Ribera Alta del Ebro fueron conquistadas por Alfonso “el Batallador”, meses después de la ocupación de Zaragoza.
Desde entonces hasta el siglo XV la villa cambió continuamente de manos, ya que la cesión de la misma era una especie de comodín que utilizaba la monarquía aragonesa para premiar a algún vasallo por sus servicios. Siempre se repetía el mismo ciclo: la monarquía cedía Alagón a algún caballero por los servicios prestados a la Corona y al poco tiempo, la monarquía recuperaba la villa, volviendo a ser tierras de realengo. Cosas del medievo, época en la que señores y reyes se intercambiaban pueblos como quien intercambia cromos. Lo que opinaran sus habitantes, por aquellos años, estaba de más.
Llegamos así al siglo XV y, tras acabar el breve dominio señorial de Alfonso de Mur, de 1436 a 1451, la villa de Alagón, como había ocurrido hasta entonces, volvió a su condición de villa de realengo, propiedad de la monarquía. Pero esta vez los alagoneses, cansados de pasar de mano en mano, para evitar que el municipio fuera cedido a un nuevo señor; solicitaron cambiar su estatus jurídico, renunciando a su independencia y uniéndose a la ciudad de Zaragoza, cosa que consiguieron el 28 de noviembre de 1470. De esta manera Alagón seguía siendo una villa de realengo pero al formar parte de la ciudad de Zaragoza, no podía ser entregada a ningún señor.
Todo esto se hizo con el permiso del rey Don Juan II, padre de Fernando II «el Católico», y con el acuerdo del Capítulo y Consejo de Zaragoza, otorgando a los habitantes de Alagón los mismos derechos que tenían los zaragozanos dentro y fuera de la ciudad.
Como a todos los barrios de Zaragoza, había que asignar a Alagón una de las 15 parroquias de la ciudad. Hay que tener en cuenta que en aquellos años las parroquias eran mucho más de lo que son en la actualidad, jugaban un papel esencial en la vida pública. En esos edificios, por ejemplo, se elegían a los principales cargos de las ciudades. La asignación de una parroquia zaragozana a Alagón era, por tanto, el último paso para completar la unión de ambas poblaciones, que se dio en el año 1472, cuando el Justicia de Alagón Johan Pérez Castiello comunicó a los jurados de Zaragoza la decisión de adscribirse a la parroquia de San Pablo, por ser la más cercana a la localidad. Decisión que fue aceptada por éstos.
Es una unión que beneficiaba a ambas partes. Por eso duró tanto tiempo. Por un lado, Zaragoza evitaba que Alagón fuera vendida y usada por la Corona y la protegía en los enfrentamientos que mantenía contra los señores de alrededor. Alagón se aprovechaba también del beneficioso Privilegio de Veinte de Zaragoza, una serie de derechos que sólo disfrutaba esta ciudad en Aragón. Básicamente este privilegio concedía a la capital del reino el derecho a tomarse la justicia por su mano, al margen de los fueros aragoneses, y a apresar y sentenciar a cualquier enemigo de la ciudad, así como a destruirle todas sus casas y posesiones que tuviera tanto en Zaragoza como fuera de ella. Todo esto le venía de perlas a los alagoneses para librarse de la presión de los señores de los alrededores.
Por otro lado, Zaragoza se hizo con un importante enclave estratégico para la defensa de la ciudad y utilizó a su barrio de Alagón en las Cortes, aprovechando que aunque fuera un barrio de Zaragoza, seguía siendo una villa de realengo y tenía voto en Cortes. Así, a los representantes que enviaba Zaragoza a Cortes había que sumar los que enviaba Alagón, estando Zaragoza más representada que ninguna otra ciudad en esta institución. Para todo lo demás funcionaban como una sola ciudad pero en las Cortes es como si participaran dos ciudades en una.
Con la llegada de los Borbones en el siglo XVIII, la aplicación de los Decretos de Nueva Planta supuso el fin de la Corona de Aragón y que se acabara con el Privilegio de Veinte, con los fueros, con las cortes aragonesas, etc… En estas circunstancias, Alagón siguió siendo un barrio de Zaragoza, pero sólo nominalmente porque perdió todos los beneficios que le comportaba su unión a la capital del Ebro.
En 1811, en la Guerra de la Independencia y bajo la ocupación francesa, la villa eligió una Junta de Municipalidad y el 23 de junio de 1813 se formó el primer ayuntamiento constitucional de Alagón, recuperando la villa su total independencia de Zaragoza.
Santiago Navascués Alcay.
Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.
BIBLIOGRAFÍA