EL ASALTO AL CASTELLAR

Los agrestes montes de El Castellar, que hoy en día bordean la carretera de Alagón-Tauste, aquellos yermos montículos calizos desde los cuales se vislumbra a sus pies el Ebro y a su afluente el Jalón, cercados por cultivos cerealísticos y hortalizas de toda laya; antaño fueron cerros llenos de vida.

En la Edad Media se convirtió en un lugar estratégico, pues desde estos montes se dominaba todo el valle del Ebro. Enterramientos y restos de fortificaciones musulmanas jalonan sus cumbres. Frente al actual Torres de Berrellén, se erigía orgulloso un castillo del cual sólo quedan ruinas. Los inicios de su construcción fueron orquestados por Sancho Ramírez en el año 1086, para proteger a los colonos cristianos que se atrevían a poblar las tierras musulmanas del Ebro.

Una vez fueron anexionados estos territorios ya no había necesidad de dominar desde las alturas ninguna vaguada y el poblamiento ubicado junto al castillo y el propio castillo en sí, dejaron de tener razón de ser. Resultaba tedioso para los habitantes del lugar bajar aquellas lomas para cultivar los fértiles campos que rodeaban al Ebro y al Jalón que se sitúa a sus pies. Los campesinos comenzaron a construir casas labriegas, que en Aragón se llaman Torres, en el llano frente al castillo para no tener que subir y bajar todos los días a hacer sus labores, dando origen al actual Torres de Berrellén. Poco a poco, las alturas fueron despoblándose  desde el siglo XII hasta quedar completamente abandonadas.

El golpe de gracia al asentamiento del Castellar se lo dieron los sucesos acontecidos el 9 de febrero de 1462.

Tras la conquista del valle del  Ebro por Alfonso «el Batallador», en el siglo XII, se concedió a la ciudad de Zaragoza el famoso Privilegio de los Veinte, que en la práctica convertía a Zaragoza en un Estado casi independiente dentro del reino de Aragón. Cosas de la repoblación, había que atraer con este tipo de dádivas a colonos que ocuparan las tierras recientemente conquistadas porque de nada servía apoderarse de un territorio sin gente y vacío.

Básicamente este privilegio concedía a la capital del reino el derecho a tomarse la justicia por su mano, al margen de los fueros aragoneses, y a apresar y sentenciar a cualquier enemigo de la ciudad, así como a destruirle todas sus casas y posesiones que tuviera tanto en Zaragoza como fuera de ella. Como bien podréis imaginar, a lo largo de la historia, la localidad abusó de este privilegio para deshacerse de cualquiera que contraviniera lo más mínimo sus intereses. Otra de las múltiples concesiones que reconocían estos privilegios era el derecho de talar y hacer leña en los sotos situados entre Novillas y Pina de Ebro.

Los acontecimientos se precipitaron cuando un vecino de Villanueva, que estaba haciendo leña, murió en el Castellar, en esos momentos señorío de Juan Jiménez Cerdán. El jurado de Zaragoza Pedro de la Caballería pensó que el caballero Juan Jiménez Cerdán tuvo algo que ver con su muerte, tratándose de un castigo por recoger leña en sus tierras. Puesto que a los vecinos de Villanueva aplicaba la jurisdicción de Zaragoza y el Privilegio de los Veinte concedía el derecho a hacer leña desde Novillas hasta Pina de Ebro, entendió que Cerdán vulneró estos derechos y sentenció que se derribaran las casas de este señor.

Juan Jiménez Cerdán reaccionó instigando el asesinato del jurado Pedro de la Caballería y entonces, el 9 de febrero de 1462, Zaragoza convocó el Privilegio de los Veinte y partió desde allí una hueste armada de la ciudad, de nada más y nada menos que cuatro mil hombres a pie y trescientos a caballo, unida a los ejércitos privados de un nutrido número de casas nobles que se aposentaban en Zaragoza y a compañías de gentes de Huesca, Daroca y Barbastro.

El objetivo de la comitiva era destruir y arrasar con todas las posesiones territoriales de Juan Jiménez Cerdán, y el resultado fue que en Torres de Berrellén, Peramán, Agón y el Castellar no dejaron piedra sobre piedra, además de ser incendiadas. El Castellar nunca se recuperó de este ataque y quedó abandonado para siempre.

 

Santiago Navascués Alcay.

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zargoza.

Bibliografía

  • Lozano Gracia, S. (2007); Las élites en la ciudad de Zaragoza a mediados del siglo XV: la aplicación del método prosopográfico en el estudio de la sociedad, Universidad de Zaragoza-zaguan.
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