PEDROLA Y LA ENCOMIENDA DE BOQUIÑENI

Recién conquistada Zaragoza por las tropas del rey de Aragón, Alfonso I “el Batallador”, en el año 1119 las tropas cristianas arrebataron Pedrola a los musulmanes. Lo primero que hizo el monarca fue conceder Pedrola como señorío a Lope Garcés “Peregrino”, pero en calidad de señorío honorífico y no hereditario. Con el tiempo el lugar se convirtió en un señorío hereditario que estuvo en manos de varias familias con mucho poder, como los Luna y los Gurrea. Incluso temporalmente fue propiedad de la monarquía.

Todo apunta a que Pedrola era un oasis de laicismo, junto con Alagón, en un entorno dominado por encomiendas templarias y monasterios como el de Peramán o el de Santa María la Real, hoy perdidos en el olvido. Pero las relaciones vasalláticas propias del feudalismo eran mucho más complejas que todo eso. Tenemos a señores vasallos de otros señores y a reyes feudatarios de otros reyes, con propiedades y jurisdicciones en territorios pertenecientes a dominios ajenos. Se trata de un complejo y delicado entramado, sostenido sobre un castillo de naipes, que se resquebraja con suma facilidad. De ahí los continuos enfrentamientos entre caballeros, los ascensos y caídas de familias y los cambios de propietarios y señores, que a veces se intercambian títulos, heredades y territorios como si se tratasen de cromos.

Así que Pedrola, a pesar de estar siempre bajo el dominio de las más grandes familias de Aragón, no fue ajena a las interferencias de los señoríos eclesiásticos que la rodeaban. Sabemos que la encomienda templaria de Boquiñeni, aunque la mayoría de sus posesiones que no figuraban en el término municipal de dicha localidad se concentraban en Pradilla y Tauste, también tenía patrimonio en Pedrola. Todo ello fruto de donaciones, compraventa o intercambios.

De época del reinado de Jaime I «el Conquistador» -siglo XIII- tenemos una escritura redactada probablemente en Boquiñeni, con testigos y un fiador boquiñeneros, por medio de la cual la encomienda del Temple de Boquiñeni otorga el disfrute de una heredad, que constaba de casas, campos y viñas; de por vida a un tal Pedro Cortes, a cambio del pago de un canon anual -treudo- que debía entregar en el convento de Boquiñeni.

También tenemos una escritura de ese mismo siglo, por medio de la cual sabemos que la priora del monasterio de Peramán devolvió a la encomienda de Boquiñeni unos bienes,  que tenía la orden del Temple en Pedrola, de los que había disfrutado el convento que regentaba.

Todo esto demuestra el patrimonio y la influencia que tenía la encomienda del temple de Boquiñeni en Pedrola.

Santiago Navascués Alcay.

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.

BIBLIOGRAFÍA

• Almau Supervía, J.L. (2017); «De la encomienda templaria al ayuntamiento constitucional (siglos XII-XIX). Addenda al libro Boquiñeni en la Historia», en Cuadernos de Estudios Borjanos, pp. 47-87.

 

 

 

 

 

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