GALLUR, EL COMIENZO DE UN GRAN VIAJE

Durante siglos, para los europeos, el mundo fue un lugar muy pequeño, encajonado entre el Mediterráneo, los mares del norte y el fin de la Tierra, que se ubicaba en el Atlántico, escenario de toda suerte de seres y monstruos marinos, que causaban la desgracia de los navegantes. Desde tiempos inmemorables, desde aquellas guerras entre griegos y persas, se construyó una barrera insoslayable entre Oriente y Occidente que en buena medida, y a pesar de la globalización, hoy en día no se ha derribado del todo.

Desde los micromundos de aldea propios del medievo y la Edad Moderna, anquilosados y encerrados sobre sí mismos, con sus propios vocablos y costumbres que sólo sus habitantes entendían, donde la autoridad del Estado apenas llegaba y la palabra del señor del lugar tenía fuerza de ley, surgieron hombres excepcionales de la talla de Vasco de Gama, Cristobal Colón, Magallanes, Marco Polo o Ibn Battuta, que ensancharon el globo. Pues bien, hubo un tal Benjamín de Tudela que fue de los primeros.

Este judío navarro, natural de Tudela, llevó a cabo un gran periplo de 14 años que comenzó  en el año 1159 y terminó en el 1173. Poco sabemos de él, aparte de lo que dejó escrito en su Libro de Viajes, que se publicó mucho tiempo después en Constantinopla. Puede que fuera rabino, ya que lo llamaban rabí. Es seguro que era hijo del rabino Jonás y que era todo un erudito políglota, con conocimientos de historia y de hebreo, arameo, griego, latín, árabe, además de su romance navarro natal.

Al parecer, Benjamín de Tudela fue un gran comerciante de piedras preciosas y coral, lo que le permitió financiar sus aventuras. Desde Cataluña marchó a Italia, prodigándose en sus descripciones de Roma, la Ciudad Eterna. Desde allí embarcó a Grecia, cruzó el Egeo visitando sus islas y llegó a Constantinopla, capital de un imperio, ciudad puente entre Asia y Europa. A continuación bajó por Siria y por Palestina hasta llegar a la ciudad santa de Jerusalén, que en aquellos tiempos estaba en manos de los cristianos. Desde allí partió a Mesopotamia, tierra de fantasías y relatos bíblicos, visitando la fabulosa Bagdad. Continuó, puede que bordeando por mar la península arábiga, llegando a Egipto, donde conoció Alejandría, aquella ciudad donde se construyó la biblioteca más grande conocida hasta entonces, centro del saber del mundo antiguo, y en la que consumaron su amor Julio César, Cleopatra y Marco Antonio. Por último, desde Alejandría zarpó a la siciliana Palermo, donde se mezclaron europeos, africanos y vikingos, para acabar llegando de nuevo a España.

Todo esto lo hizo entrando en contacto con las comunidades judías que se encontraba a su paso y recopilando noticias de otras juderías de rincones muy apartados del mundo en los que nunca estuvo, a través de sesgadas noticias que le llegaban de la India, Ceilán o China.

Pone los pelos de punta pensar que todo esto comenzó con una travesía río Ebro abajo que seguramente tuvo como primera parada Gallur.

Santiago Navascués Alcay.

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.

 

BIBLIOGRAFÍA

  • P. Bueno, A. (2018); Historia secreta de Gallur, Libros y novelas.
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