LOS NOMBRES DE NUESTROS PUEBLOS (II PARTE)

Los nombres que contienen nuestros municipios evocan antiguas lenguas, hombres, sucesos, historias, pueblos, costumbres, culturas y oficios… Están como insuflados de vida. Algunos sobreviven al inexorable paso del tiempo, otros evolucionan y varios mutan por completo. Como si se trataran de seres vivos, nacen, se desarrollan y mueren. Unas veces fenecen sustituidos o reemplazados por nuevos nombres, otras caen en desuso y la amnesia de los hablantes los hacen desaparecer. Llega un momento en que las gentes del lugar desconocen sus historias, qué los hizo brotar. Averiguar sus raíces en ocasiones es una tarea imposible pero cuando conseguimos descifrarlos, se convierten en un tesoro vivo que nos informa de nuestro pasado más recóndito.

En anteriores entradas he hablado de los casos de Gallur, Luceni y Boquiñeni. Hoy le toca el turno a Alagón, Grisén y a Torres de Berrellén.

Alagón es el topónimo más antiguo de los tres. Antes de la llegada de los romanos ya existía un poblado íbero o vascón que se llamaba Alaun. El significado nos es completamente desconocido y determinar el pueblo que lo concibió es objeto de debate entre los investigadores. Unos creen que es una palabra íbera y otros creen que es un término vascón. Algunos especialistas piensan, que a principios del siglo II a.C., durante las guerras celtíberas en tierras hispanas; los vascones se aliaron con el bando vencedor y fueron recompensados por los conquistadores romanos con más tierras al sur, expandiéndose desde su natural territorio en el Saltus navarro hasta Alaun, dando nombre a la localidad. Otros opinan que los íberos crearon el topónimo mucho antes.

La evolución del topónimo y su historia hasta llegar al actual «Alagón», sin embargo, no es un misterio. Los alagoneros del siglo II a.C. por influjo romano empezaron a acuñar moneda, pero sin la iconografía propia de los conquistadores, sino que las fabricaron con su propia imaginería y con su escritura indígena, siendo esto una particularidad más de la romanización de nuestra tierra. Es ahí, en estas monedas, donde vemos con caracteres ibéricos por primera vez el nombre de Alaun. Más avanzada la romanización, en el año 87 a.C., tuvo lugar un pleito entre la ciudad vascona de Alaun y la ciudad íbera de Salduie -actual Zaragoza-, por el aprovechamiento de la aguas de una especie de acequia o canal, que se dirimió en la ciudad celtíbera de Contrebia Belaiska -actual Botorrita-. El acuerdo al que se llegó se redactó en latín en una inscripción de bronce -popularmente conocido como bronce de Botorrita- y es ahí donde aparece por primera vez el nombre de la ciudad latinizado en la forma de Alauona. ¡Qué curioso y bonito crisol de culturas!, y ¡cuántas sinergias entre ellas!, todo ello producto de la romanización.

Alauona es nombrada la localidad también por los dos grandes geógrafos de los siglos I y II d.C., Estrabón y Ptolomeo. En el siglo III d.C., en los prolegómenos de la crisis del Imperio Romano, durante el mandato del emperador Caracalla; es mencionada como Allobone en el Itinerario Antonino, documento en el que aparecen todas las vías del imperio, con sus posadas, las poblaciones por las que pasan y las distancias en millas entre ellas.

Desmoronado el imperio romano, en la Edad Media los musulmanes transformaron el topónimo en Alagún y las huestes del cristiano rey de Aragón, Alfonso «el Batallador», cuando en 1119 se hicieron con el lugar, lo llamaron indistintamente Alagón o Alaóntriunfando finalmente la versión por la que hoy conocemos al pueblo.

En Grisén parece ser que hubo una importante familia, la de un tal Grisiusque acabó dando el nombre al pueblo. Así, en la Edad Media encontramos en la documentación las formas de Grisenich Grisenec, lo que ha dado lugar al actual Grisén.

Por último, Torres de Berrellén se ubica frente a los montes del Castellar, cuya cumbre estaba coronada por un imponente castillo, junto al que había un asentamiento, de un valor estratégico crucial para la región y que controlaba la explotación minera de aquellas elevaciones ricas en sal, muy apreciada durante toda la historia. Donde hoy se encuentra Torres de Berrellén sabemos que en 1117 había un campo perteneciente a un tal Ibn Renen«Berrellén» viene de este personaje. Queda por responder por qué en la denominación del municipio se alude a unas torres.

En la Edad Media donde hoy se emplaza el pueblo no había nada más que campos. Frente a estos regadíos se alzaban unos montes al otro lado del Ebro en cuya cima había enclavado un asentamiento con un castillo. Los pobladores de estas lomas que se dedicaban a las labores agrícolas tenían que bajar a diario a los campos que estaban en la margen derecha del río, que antaño fueron del famoso Ibn Renen. Eran gentes que trabajaban de sol a sol y resultaba un engorro, después de acabar la jornada, subir aquellas agrestes pendientes hasta su hogar. Así que empezaron a construir cabañas para poder pernoctar en el valle y a ese tipo de cabañas de labradores en Aragón las llamamos torres. Con el tiempo la gente fue abandonando las alturas, quedando desierto el poblado, y empezaron a vivir permanentemente en esas torres, de ahí el nombre de Torres de Berrellén.

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EL MISTERIOSO NOMBRE DE GALLUR

 

Santiago Navascués Alcay

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.

BIBLIOGRAFÍA

• Urgel Masip, A. (2005); La toponimia de la comarca de la Ribera Alta” en Hermoso Cuesta, M. y Vázquez Astorga, M. (cod.); Comarca de Ribera Alta del Ebro, Gobierno de Aragón.

 

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