LA ESCUELA DE CAZA DE GALLUR

Durante la Guerra Civil se fundó en Gallur la primera Escuela de Caza de la Aviación Española. Estaba ubicada entre el Canal Imperial y la estación de tren y la azucarera.

Nuestra guerra sirvió de ensayo para la Segunda Guerra Mundial y el campo de la aviación fue uno con los que más se experimentó y practicó. Por aquellos momentos la industria de la aeronáutica estaba en pañales. Los primeros combates aéreos tuvieron lugar en la Primera Guerra Mundial a principios del siglo XX pero ni de lejos tuvieron la relevancia que adquirirían después en la Segunda Guerra Mundial.

Cuando estalló la guerra civil española en el año 1936 el gobierno republicano estaba equipado con una mejor flota aérea que el bando sublevado. Sin embargo los pilotos tenían una formación más bien acrobática y nula experiencia de combate. La situación se invirtió gracias a la aviación de Mussolini y Hitler que apoyaron al bando franquista.

El resultado fue que, en palabras de Rafael de Madariaga Fernández, «a lo largo de meses de guerra aérea, van subiendo los derribos y la experiencia de los cazadores nacionales, legionarios y de la Cóndor -aviación alemana-. Pero la intuición y un buen lugar en los cursos elemental y de transformación no lo son todo; hace falta algo más. Algunos novatos recién llegados a los grupos de caza, causaban problemas y machacaban aviones en accidentes estúpidos, de rodaje o de aterrizaje. En diciembre del 37 y enero del 38 se produjeron muchos accidentes de nuevos pilotos CR-32

Los altos mandos del ejército franquista, aconsejados por los italianos, se dan cuenta que es necesaria una formación más completa. Tal y como señala Rafael de Madariaga, «practicando durante un par de meses en unos y otros, en vuelos muy cortos, como mucho de 15 o 20 minutos, con muchísimas tomas y despegues iniciales, mucho carrousel y mucho tráfico en los alrededores del campo, luego acrobacia y numerosos vuelos en formación, se va depurando, va surgiendo el piloto de caza fino, arrojado. Al mismo tiempo cuidadoso con el avión, sin cortar en los tráficos, sin echarse encima de otros aviones, sin hacer peligrar las formaciones propias y midiendo el riesgo para echar toda la carne en el asador cuando llegue la hora del combate, la acometida audaz necesaria en el cuerpo a cuerpo con el cazador contrario. Luego, cuando surge la soledad atroz, es fundamental saber volver a la base propia sin perderse y sin dejarse derribar estúpidamente por algún solitario, volviendo felizmente, si es posible agrupados».

Con este propósito se fundó la Escuela de Caza en abril de 1938 en Gallur, relativamente cerca de los combates que estaban teniendo lugar en el frente de Aragón y de la Batalla del Ebro, sin duda la más encarnizada de toda la guerra y en la que la aviación jugó un papel muy importante, que empezaría en julio de ese mismo año.

Se celebraron tres cursos en esta Escuela de Caza, el primero de ellos del 22 de abril al 16 de junio, el segundo del 2 de julio al 21 de agosto, y el tercero del 1 de octubre al 10 de noviembre. Poco después la Escuela se trasladó a Villanubla -Valladolid-, aunque el campo continuó operativo, siendo utilizado por las unidades de la famosa Legión Cóndor alemana.

A lo largo de dichos cursos hubo que lamentar tres accidentes que acabaron con la vida de dos jóvenes pilotos. La situación del campo fue motivo de disputas entre los oficiales al mando y los galluranos. Los militares se quejaban de que los lugareños paseaban por el campo en plenas maniobras de aterrizaje y despegue, ocasionando en varias ocasiones desperfectos en las máquinas. Cuando se determinó la prohibición absoluta de pasar por el campo de aviación a los civiles, algunos vecinos galluranos protestaron enérgicamente pero no les quedó más remedio que, con desagrado, dar largos rodeos para llegar a sus tierras de labor sin atravesar el perímetro.

Cómo puede comprobarse en la fotografía que encabeza el artículo, se trataba de un campo de aviación con muy pocos medios. De entre todos los oficiales sólo había un español, el resto eran italianos, entre los que destaca el mayor al mando Guido Nobili, que además de un excepcional piloto demostró ser un gran instructor y organizador. Con tan sólo siete aviones fue capaz de proporcionar una media de 114 vuelos y unas 30 horas de vuelo a cada uno de sus 23 alumnos.

En la época no tenía una cámara de fotos cualquiera, así que apenas tenemos fotografías del campo, aparte de la que muestro en la cabecera del artículo, obtenida del CESBOR.

CESBOR. EL CAMPO DE AVIACIÓN DE GALLUR

No obstante tenemos las fotos, proporcionadas por Pilar Heredia, de un soldado alemán de la época, que vino con su propia cámara y que se instaló en su casa.

 Santiago Navascués Alcay

Lcdo. en Historia por la Uni. de Zaragoza.

 

BIBLIOGRAFÍA

• Madariaga Fernández, R. (1993); «Las escuelas de caza nacionales: Gallur, Villanubla», en Aeroplano. Revista de Historia Aeronáutica, nº 11, Madrid.

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