Gracias a la gallurana Lourdes Blasco Trigo, que ha guardado con mucho celo el libro con el que su abuela fue educada en la escuela, en su más tierna infancia; tenemos acceso a cómo era la educación de la mujer en aquella época. El libro se titula “Flora” y el ejemplar que ha llegado a nosotros es una edición de 1914, aunque su primera edición es anterior al año 1888.
La primera extrañeza para la época es que fue escrito por una mujer, que además era profesora de primera enseñanza superior, regente de la escuela práctica agregada a la Normal de Barcelona, socia honoraria de la Sociedad Barcelonesa de Amigos de la Instrucción y perteneciente a otras varias corporaciones literarias y filantrópicas. Su nombre era Pilar Pascual de Sanjuán y su pluma redactó el libro por medio del cual serían educadas las niñas españolas durante décadas, desde finales del siglo XIX a principios del siglo XX. Su texto fue aprobado por Real Orden.
Se trata de una novela en la que la protagonista es la enseñanza y educación de la joven Flora desde que es una bebe hasta la adolescencia, separada en tres etapas –párvula, niña y adolescente-. La abuela y la madre, que se esmeraban en la educación moral de la niña, y la propia joven; son el ejemplo en el cual tenían que fijarse las alumnas. Las escolares aprendían de esta manera a través de la educación moral y religiosa que le daba su familia a la joven Flora y de la cultura que aprendía de su maestra.
Naturalmente, como historiador que soy, me ha llamado la atención el tratamiento que se daba a la historia en la época. Es llamativo que la historia universal brillaba por su ausencia, tan sólo interesaba la historia de España. El pasado del resto del mundo no importaba en absoluto.
El relato de la historia de nuestro país, resumido a grandes rasgos, era el siguiente: en la Antigüedad los españoles –no habla para nada de íberos, celtíberos, lusitanos, etc…- son invadidos y soportan primero la tiranía de los cartagineses y después la de los romanos. Los romanos, castigados por Dios por sus pecados, son destruidos por los pueblos bárbaros y los godos liberan a los españoles de los abusos de éstos –suevos, vándalos y alanos-. Son los primeros reyes de España, que además se convierten al catolicismo. Pero sus enfrentamientos internos son aprovechados por los árabes, que invaden la península. El resto de la Edad Media queda reducida a la historia de Castilla y nada más que la historia de Castilla. Al-Andalus y la Corona de Aragón están completamente ausentes en este relato. Castilla expulsa a los invasores árabes y recupera España. En el siglo XV se produce el matrimonio de los Reyes Católicos, se descubre América y suceden a éstos la dinastía de los Austrias. Se menciona que durante el gobierno de los Austrias se independizó Portugal en 1640. No se dice nada de la rebelión de Cataluña que tuvo lugar por aquellos años. A la dinastía de los Austrias le sigue la actual de los Borbones.
El mensaje es claro: la nación española existe desde la noche de los tiempos, es anterior incluso a la llegada de los romanos, la historia de España es la historia de Castilla y siempre que ha habido divisiones en nuestro país, ha habido problemas. Aragón, Cataluña, Valencia y Navarra son borradas descaradamente de nuestro pasado. Para todos aquellos que crean que sólo los independentistas han tergiversado nuestra historia, este libro es una prueba más de cómo también el gobierno español ha construido un relato de la historia nacional tramposo.
Dejando de lado la historia, no aparece nada de matemáticas, física o química. Aparece una sección de Biología a la que se llama Historia Natural –clara alusión a aquella Historia Natural de aquel intelectual de la Antigua Roma, llamado Plinio el Viejo-.

Contiene también un pequeño apartado de literatura y la mayoría de los poemas son de tema religioso. El resto de las enseñanzas versan sobre moralidad, cómo ser una buena madre, una buena ama de casa y una buena cristiana. Por supuesto, una buena chica debía dejar los estudios en la adolescencia, algo muy propio de la época.
Este tipo de enseñanza convivió con una paralela y revolucionaria para la época, llamada Institución Libre de Enseñanza que apostaba por la libertad de cátedra del profesor, por despojar a la enseñanza de adoctrinamientos políticos y de educaciones morales y religiosas. Grandes intelectuales de la época defendieron este tipo de enseñanza, además del derecho de la mujer a recibir idéntica educación a los varones y su integración en la sociedad y en el trabajo.
Cuando llegó la Segunda República, el gobierno apostó por este segundo modelo de enseñanza e intentó llevar la cultura y educación a las zonas rurales, a todos los rincones de nuestro país. Un ejemplo de ello lo tenemos en nuestro propio Gallur, cuando la alcaldesa republicana María Domínguez blanqueó las escuelas y contrató limpiadoras para que los niños no tuvieran que limpiar el colegio y para que fuera un lugar digno para el estudio, creando además una escuela mixta de niños y niñas, adelantándose a su tiempo. No os quepa duda de que estos proyectos arrancan de esa Institución Libre de Enseñanza que hacía la competencia y combatía a la enseñanza tradicional, representada en este libro que ha tenido a bien prestarnos, Lourdes Blasco Trigo.
Santiago Navascués Alcay
Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza.