EL QUIJOTE A SU PASO POR LA COMARCA

Algunos estudiosos sitúan determinados episodios del Quijote en Pedrola y Alcalá de Ebro. Y es que su autor, el famoso Miguel de Cerventes, considerado junto con Shakespeare como el más grande de los escritores de la literatura universal; parece ser que estuvo una temporada por estos lares y los consideró dignos de aparecer en su obra culmen.

Algunos creen que de camino a Roma y al servicio del cardenal Giulio Acquaviva pernoctó en Pedrola en los aposentos del Duque de Villahermosa, Don Martín de Gurrea y Aragón, huyendo de Madrid tras ser acusado de agredir a un hombre. Después de esto llevó una vida agitada, tras quedar impedido de su brazo izquierdo al participar en la batalla naval de Lepanto contra los turcos. Posteriormente fue hecho cautivo en Argel por corsarios berberiscos y liberado, no sin antes pagar un cuantioso rescate por él.

Por aquel entonces Pedrola era el principal feudo de los Duques de Villahermosa, una de las casas nobles más importantes de Aragón y de toda España, donde poseían un lujoso palacio. Por su parte, en Alcalá de Ebro se encontraban los restos de un antiguo castillo musulmán y había una casa de caza de los duques. Entre ambos pueblos existía un frondoso bosque ribereño donde la caza era abundante y cuando el río crecía, Alcalá quedaba incomunicado como si se tratase de una isla.

A Cervantes en su obra maestra le gustaba jugar con el misterio y la ambigüedad de los nombres de los personajes y lugares por los que pasaba el Quijote, enmascarando en muchos casos nombres reales con nombres ficticios inventados por él. Puede que fuera este el caso del Palacio de Buenavía y de la Ínsula Bartaria, de la cual fue gobernador Sancho Panza por un tiempo. Así nos describe Cervantes su nombramiento:

Digo, pues, que con todo su acompañamiento llegó Sancho a un lugar de hasta mil vecinos, que era de los mejores que el duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la Ínsula Barataria, o ya porque el lugar se llamaba Baratario, o ya por el barato con que se le había dado el gobierno. Al llegar a las puertas de la villa, que era cercada, salió el regimiento del pueblo a recibirle; tocaron las campanas, y todos los vecinos dieron muestra de general alegría, y con mucha pompa le llevaron a la iglesia mayor a dar gracias a Dios, y luego con algunas ridículas ceremonias le entregaron las llaves del pueblo y le admitieron por perpetuo gobernador de la Ínsula Barataria.

En los parajes aledaños de este imaginario lugar ocurren interesantes tramas como aquella en la que el Quijote confunde una barcaza de pescadores con un barco encantado, o la aventura de Clavileño y la dueña Dolorida, una de las más famosas.

En 1797 Juan Antonio Pellicer identificó al Palacio de Buenavía con el Palacio de los Duques de Villahermosa de Pedrola y a la Ínsula Barataria con Alcalá de Ebro. Desde entonces han sido muchos los estudiosos, entre ellos Luis Astrana Marín, que le han dado la razón, aunque tampoco ha dejado de estar en entredicho esta interpretación. El debate está servido.

Santiago Navascués Alcay

Lcdo. en Historia por la Univ. de Zaragoza.

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